Estamos acostumbrados a verlos así, hasta el punto de que si encontramos una moneda de oro lisa en nuestras manos ahora nos parece extraño. Pero ¿por qué se moletean las monedas preciosas? ¿Para qué sirven las pequeñas líneas grabadas en su borde? Este es el ejemplo clásico de un detalle que damos tan por sentado que ya no lo notamos.
Para responder a esta pregunta debemos empezar desde lejos y volver sobre la historia de la moneda.
De hecho, si hoy el valor de las monedas es un valor puramente nominal, en el pasado las monedas estaban compuestas de metales preciosos como el oro o la plata, y su valor dependía precisamente del contenido del metal precioso. Hablamos de ello en este artículo, en el que repasamos la historia de la moneda.
Una elección cómoda, fácil e intuitiva, por supuesto. No era necesario asignar un valor a las monedas, porque su valor ya era intrínseco. Pero nunca falta la cara de la moneda (o mejor dicho, de la moneda). Y este sistema traía consigo una serie de inconvenientes al mismo tiempo. Baste decir que a veces sucedía que las monedas tenían más valor por el material del que estaban hechas que por su equivalente monetario.
Imaginemos un valor mayor “bloqueado” en una moneda: era una circunstancia que hacía que la falsificación fuera particularmente conveniente. Porque significaba que el metal precioso de las monedas era "fundido" y utilizado para otros fines, con mayor comodidad... y que los falsificadores luego acuñaban monedas falsas con metales sin valor.
Al mismo tiempo, también se generalizó la práctica del limado, para obtener metales preciosos raspando los bordes de las monedas. Después de eso, las monedas fueron utilizadas con calma, sin levantar sospechas... hasta el punto que, al ser molidas, perdieron su valor intrínseco y ya no fueron aceptadas.
Entre otras cosas, hay que añadir que reproducir las monedas era bastante sencillo, precisamente porque los diseños y formas de estas últimas eran en la mayoría de los casos bastante sencillos.
El moleteado de las monedas preciosas: una característica fundamental
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Por este motivo, se perfeccionaron diversas técnicas para dificultar la falsificación. Uno de ellos es el moleteado, que comenzó a difundirse en el siglo XVII, gracias a una máquina llamada Castaign (por el nombre de su inventor), que hacía girar la moneda entre dos herramientas que grababan los bordes con líneas, creando así el moleteado.
En algunos casos también se colocaron dibujos, líneas y escrituras en los bordes. A finales del siglo XVIII casi todas las monedas tenían adornos en los bordes para evitar el limado. Al igual que con el tiempo, los productores de monedas de metales preciosos han perfeccionado diversas técnicas de seguridad para evitar la falsificación. Pensemos, por ejemplo, en lo difícil que sería falsificar una Britannia, la moneda con los más altos estándares de seguridad, gracias a las numerosas peculiaridades que la caracterizan. Hablamos de ello en este artículo.
Ahora las monedas ya no están hechas de metales preciosos y, como ya no están hechas de materiales preciosos, su valor depende de la llamada "moneda de curso legal", que confieren los bancos centrales, que determinan qué objetos deben aceptarse como una forma de pago (pero también hablamos de esto aquí), pero ahora el moleteado, al igual que los diseños, se ha convertido en una característica peculiar tanto de las monedas de metales preciosos como de las de efectivo.
Quieres saber por qué las monedas en efectivo también están moleteadas?
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Una pequeña curiosidad: si hoy en día el moleteado de las monedas de metales preciosos se ha convertido en una característica única de diseño y autenticidad, en las monedas en efectivo sirve para que las personas ciegas puedan distinguir el valor de la moneda. Y para tener una prueba tangible, basta con fijarse en la diferencia entre las monedas de 1 o 2 euros, o entre las distintas denominaciones de céntimos: todas son diferentes y fácilmente reconocibles.